Publicado en TuPeriódico el 22 de noviembre de 2022
El debate de la ley no ha sido técnico ni jurídico, sino mediático, proveniente de un medio empeñado en volver a los setenta, con la porra y los grises corriendo tras los jóvenes y negando cualquier derecho. La Secretaria de Organización y candidata a las municipales de Podemos Rinconada, Sheila Guerrero, expone una ácida visión sobre el fondo del debate.
¡He vuelto!
Suelo aparecer poco por aquí, pero intento que cuando hablo sea mínimamente interesante. Puede que con esta entrada haya captado tu atención, y puede que justo cuando te diga de qué he venido a hablar pienses que soy demasiado mainstream —soy firme defensora de las palabras en castellano, pero esta me parece lo más—. He venido a hablar de La Ley. Y lo pongo en mayúscula y en negrita porque se lo merece, porque se lo ha ganado y porque ha recibido tal avalancha de publicidad que no podría ser de otra manera. Para los desconectados de la realidad, estamos hablando de la Ley de garantía integral de la libertad sexual, Ley del «solo sí es sí» o Ley Montero. Nombres para todos los públicos y colores, que no se diga que no soy inclusiva.
Tremendo drama tenemos encima del mueble, del mueble del televisor porque es ahí donde se ha generado toda la polémica. Que si ahora los violadores saldrán antes, que si la ministra es una incompetente y una soberbia y tiene que ir a la cárcel. Bueno, no sigo con la lista porque asumo que todos o casi todos tenemos televisor y/o internet en casa.
Todo el debate se ha centrado en la destrucción de la ministra Irene Montero y el desgaste del Gobierno utilizando de proyectil a las víctimas y la sensibilidad de la población hacia este colectivo. ¿Y cuál es la forma más rápida de encender al personal? Hablando de las penas. Seguramente las 3 palabras más repetidas si buscas sobre la ley sean «rebaja de penas». Y aquí metemos información de todo tipo, agitamos, nos la metemos en la boca, la masticamos y la escupimos sobre el espectador.
No voy a repetir lo que toda persona que se haya interesado ya sabe, eso de que en España tenemos uno de los Códigos Penales más duros de Europa, paso. Tampoco voy a hablar de la coincidencia de que este tipo de comentarios salgan de bocas que deberían ser lavadas con jabón de Lagarto y que hace dos días escupían que el feminismo es una secta y ponía en duda la veracidad de los datos con respecto a las agresiones sexuales y los feminicidios. ¿Si todo esto no existe, qué te molesta esta ley, si según tú no va a afectar a nadie? No, no. Hablemos de algo que está pasando y que es real, que estamos perdiendo el foco: las víctimas. En ellas se piensa al hacer esta ley y a ellas se intenta proteger.
Y para que entiendas un poco más sobre todo esto daré unos datos interesantes con los que me he topado mientras leía las 71 páginas del BOE y que harán que el debate sobre la permanencia o no del acusado tenga menos relevancia:
- En esta ley dejamos atrás las distinciones. Todo acto que atente contra la libertad sexual pasa a ser agresión sexual, da igual si finalmente «la metió» o no. Esto hace que la brecha entre diferentes atentados de índole sexual se difumine y dejemos de preguntarnos si lo que hizo el acusado es más o menos malo. Está mal, fin de la discusión.
- El consentimiento es un pilar fundamental. Dejemos ya el comentario de cuñado de «es que vamos a tener que firmar un contrato para echar un polvo». El consentimiento debería ser desde siempre sostén de las relaciones sexuales y sinceramente, si no has pensado en ello hasta ahora y el comentario anterior es un cliché en tus conversaciones deberías alegrarte de que este debate esté sobre la mesa, vas a aprender un montón.
- La educación, tanto de instituciones como de la población, es otro pilar de esta ley. Las instituciones tienen que estar formadas para asistir a las víctimas y todo su proceso. Un ejemplo: si entran a robar a tu casa y vas a la policía a denunciar, seguro que no te hará ni pizca de gracia que insinúen que la puerta de tu casa estaba abierta y tenías un cartel puesto en el que se podía leer «coge todo lo que quieras». Pues a las víctimas de agresiones sexuales tampoco les hace la más mínima gracia que, después de que les roben su derecho a decidir sobre su cuerpo, les pregunten sobre la posición de sus piernas o la ropa que llevaban. Simple.
En el caso de la población está claro, necesitamos una lavativa mental, aprender los límites. Tenemos que reeducar a la sociedad en el respeto y la empatía. Porque, lo siento, pero si llevas años con tu pareja deberías saber leer su cuerpo y sus necesidades, sin necesidad de contratos de por medio. Pero es que si tu encuentro es con alguien a quien no conoces siempre es mejor preguntar, y esto no va de que te pases entre rejas 4, 5 o los años que sean, va de que no crees en la otra persona una experiencia traumática con la que tenga que vivir el resto de su vida. Nuevamente, si no habías pensado en ello, tienes que estar agradecido por todo lo que estás aprendiendo. - Se habla también del acoso callejero y de la necesidad de dejar de normalizarlo. Ya está bien tener que recibir comentarios que nadie ha pedido y que no hacen más que socavar nuestra confianza, tanto en nosotros mismos como en las personas que nos rodean. Y no, no me vale que me vengas a decir que siempre se han dicho cosas bonitas a las mujeres sin que pasase nada. Las tradiciones nunca son y nunca serán un buen argumento para nada.
- El acoso y la violencia sexual digital son también tenidos en cuenta. Creo que a nadie le sorprende que la difusión de fotografías privadas está un poco feo, que la pornografía infantil está feísimo y que hacer proposiciones a adolescentes por internet es también cuestionable.
- Y este es, con probabilidad, el apartado que más me ha gustado de la ley por su aplicación y sus posibles resultados: el estudio de los datos. Las víctimas dejan de ser un número para el telediario y pasan a ser un caso de estudio, junto con sus agresores, fundamental para el análisis y una futura y posible erradicación de la violencia sexual. Como en todas las situaciones en la vida, el contexto, ese gran olvidado, es necesario para entender lo que pasa y por qué pasa y sin esos datos jamás podremos acabar con esta lacra.
Obviamente, las 71 páginas dan para muchos datos técnicos, otros muy relevantes como el empoderamiento de las víctimas y cómo potenciarlo y, por supuesto, los ya famosos datos de penas, pero creo que esto ya se ha extendido demasiado, así que hago una reflexión final y te dejo tranquilo.
Estamos constantemente quejándonos de que en las escuelas deberían enseñarse cosas importantes para el día a día: entender la factura de la luz, el funcionamiento de los impuestos e incluso se habla de las tareas del hogar.
No obstante, poco se habla de la necesidad de que en las escuelas se fomente el pensamiento libre, la comprensión lectora, la educación sexual de la que ya hemos hablado, el análisis político y social —no, no es adoctrinamiento, es hacer que los jóvenes entiendan las motivaciones del mundo que les rodea y no puedan ser elementos adoctrinables, recordemos que todo es política, y a ellos les afecta en el currículum escolar que siguen o en el precio del pan— y, añadiría aquí algunas clases de márketing y de periodismo, para que entiendan los mecanismos del bulldozer mediático y no se conviertan en un trozo de barro moldeable en manos de especuladores en busca de su próximo ladrillazo.
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