El 28F y las primeras veces

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La vida está repleta de primeras veces. Las primeras veces son siempre las mejores, las más disfrutonas. Soy consciente de que también las hay reguleras, e incluso malas, pero con vuestro permiso me voy a quedar con las buenas, con las que guardaré en mi cajita de recuerdos para siempre. 

Con 30 años he vivido pocas primeras veces. Mi primer amor, mi primera mascota, mi primera casa las tengo más que controladas. Mi primera empresa, mi primera factura y mi primera multa de Hacienda también las llevo al día. No es que la primera multa de Hacienda sea un buen recuerdo, pero sí uno bastante anecdótico, quizás algún día lo cuente. 

Mis primeras veces en política están viniendo prácticamente todas juntas. 

La primera interacción política más allá de mis primeras elecciones, —en las que, por cierto, no supe que votar— fue cuando entré en Podemos. Como toda organización me ha dado algún que otro disgusto, nada relevante, pero también muchas alegrías y muchas primeras veces. 

Mi primera manifestación fue, aunque me da vergüenza reconocerlo, el 8M del año pasado. Conocer a todas esas personas tan válidas y valiosas, apretar toda esa ira y ese miedo y empujarlo hacia fuera para gritar que somos mujeres y no señoras de, fue una de las mejores experiencias de mi vida. 

Ayer tuvo lugar otra primera vez: mi primer 28F en la calle. 

Compartir el orgullo andaluz con toda esa gente genera una sensación de pertenencia que no se puede describir. Gritar con una única voz por la defensa de nuestros derechos te llena el pecho de tal manera que piensas que no podrías estar en mejor lugar que ese.

Ayer también fue la primera que veía tantísima policía. Una no sabía si estaban para proteger tu integridad o para separarte de la gente de bien. Supongo que nunca lo sabremos.  

Ver por primera vez a Moreno Bonilla no creo que sea algo que permanezca en mi cabeza demasiado tiempo, pero sí merece estar en la lista la primera vez que la policía me miró con cara de ser una terrorista. Esa sí. 

Voy a sonar muy pesada con el día de ayer, pero es que fue espectacular. Tuve el tremendo honor de compartir espacio, pancarta y poco más, porque es una persona muy querida y valorada y no había forma de acercarse a ella —además una peca de vergonzosa y de no querer molestar—. Mi primera manifestación por el Día de Andalucía, agarrada a una pancarta en la que creo profundamente, hombro a hombro con Mar Cambrollé. Decidme que no soy afortunada. 

Mar, una persona en la que creo, a la que admiro, respeto y que tengo por referente. Una mujer que ha peleado por conseguir derechos y defender los conseguidos, algo que, a estas alturas, ya no tendría que ser una preocupación para todos nosotros. 

Tenerla allí, de morado, junto a todas nosotras, es la viva imagen de lo que significa este 28F. Un Día de Andalucía sin conformismos, sin pandereta y sin estridencias, alejado completamente de la celebración conformista repleta de pan —con bien de aceite y azúcar— y circo a la que nos tiene acostumbrada el PSOE y que perpetúa el PP. Un día en el que, aunque todo pueda parecer reivindicación, también celebramos la efeméride de aquel 28 de febrero de 1980 en el que decidimos que Andalucía era por y para los andaluces. Celebramos la conquista de una Andalucía más justa, más respetuosa, repleta de orgullo, libertad y paz y alzamos la voz para que todas estas no se pierdan. 

Y os pediría permiso para desviarme del tema, pero estoy henchida de satisfacción así que voy del tirón.

Hoy es 1 de marzo, primer día del mes y también el primer día de luz para mucha gente. Es, para muchas y muchos, la primera vez que se sienten reconocidos como ciudadanos de pleno derecho. 

Hoy, gracias a Mar, a Irene y a todas y todos los que han presionado durante tanto tiempo y a los que, finalmente, han dado el martillazo, los derechos transexuales ya son ley.. Una ley que, al contrario de lo que dicen muchos, no se hace sobre nadie, que solo pretende reconocer a todas esas personas que antes eran invisibilizadas. Una ley como la del aborto, que en su primera versión de 2010 venía a acabar con décadas de ser un país cromañón y en su revisión de 2023 vuelve a garantizar derechos.

Porque de eso, y no otra cosa, iba el 28F. El de 1980 y el de 2023. De más derechos —y menos derechas—.

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