Publicado en TuPeriódico el 1 de diciembre de 2021
Que alguien va a venir a desprestigiar tu trabajo es algo que te va a pasar, te dediques a lo que te dediques y hagas lo que hagas. Es una verdad innegable, sin más.
Hoy he tenido el privilegio, porque para mí es un privilegio que alguien se sienta libre de contarme sus cosas, de hablar un rato con una limpiadora de un piso. Sacaba a mi perro y ella, tras ver que recogía la caca y echaba agua al pis se ha sentido con ganas de expresar su indignación por algo que lleva padeciendo desde que fue contratada en su edificio. Pongámonos en contexto.
Esta señora lleva contratada casi medio año en un edificio de pisos en una calle peatonal. Una calle de esas bonitas, con zonas ajardinadas, bancos para sentarse, arbolitos… Parece idílico, pero a ratos vivir en una calle así es más un infierno.
Al ser peatonal en esa calle ves de todo: gente comiendo en los bancos y dejando todo tirado, muchachos meando entre arbustos, vecinos desde sus ventanas fumando y tirando sus colillas por la ventana, dueños que dejan a sus perritos sueltos y no se preocupan de sus excrementos… También se ven cosas buenas, conste, pero lo que queremos cambiar es lo malo así que hablemos de ello, seamos un poco “aburridos”.
La señora me cuenta que la semana pasada le tocó lidiar con una persona indeseable que, además, es barrendera del ayuntamiento. Una de esas personas que ves pasear el cubo de un lado a otro pero que rara vez ves usar la escoba. Todos hemos visto a alguien así. Aquí es donde entra lo de desprestigiar tu trabajo, en este caso el de los barrenderos. Se vienen curvas.
Esta señora observa como esta persona, con su chalequillo y su cubo está sentada en un banco frente al edificio que le toca limpiar y le pregunta si es que los miles de naranjas aplastadas alrededor de la puerta no las tiene que limpiar. Su respuesta: «para qué lo voy a hacer yo si ya estás tú aquí».
Ahora a esta mujer, y para mí que he escuchado su historia, la sensación que se nos queda no es del todo buena hacia el colectivo. Y diréis, «estás haciendo una montaña de un grano de arena» o «pero si esto es un caso aislado», y yo preguntaré ¿lo es? ¿No te has cruzado nunca con nadie así? Y no tiene que ser un barrendero, es la persona que tira el envoltorio del dulce que come al suelo; el que deja la caca de su perro sin recoger; el que arroja el humo a la cara; el que tira la colilla al suelo sin preocuparse lo más mínimo del daño que puede hacer. Todos ellos tienen algo en común: su egoísmo. Un egoísmo que nos perjudica a todos, no solo por el acto en sí sino por el recuerdo que deja en las cabezas de los demás.
No son pocas las veces que los vecinos de mi calle se me han quedado mirando con atención para ver si recojo las cacas de mi perro porque uno de los vecinos nunca lo hace. No son pocas las veces que los barrenderos de este pueblo, los buenos, se quejan de que la gente les echa en cara que no se limpia bien. Tampoco son pocas las veces que a mi madre, fumadora, le han increpado por ello siendo ella la persona más respetuosa que conozco. ¿Veis? Son los colectivos los que son afectados.
En fin, ahora la señora que se siente con libertad para expresar esto soy yo.
Probablemente, esto no llegue jamás a ninguno de estos egoístas que he mencionado, esa gente suele estar centrada en sí misma, pero si eres una de esas personas que, como yo, te has sentido acosada en cierto modo por las miradas de los demás que esperan algo de ti porque el resto no lo hace bien, no te calles.
Si ves al barrendero de turno pasear sin trabajar, quéjate.
Si ves al fumador tirar la colilla o al que come por la calle tirar el papel al suelo, quéjate.
Si ves al dueño de ese perro dejar las cacas sin recoger, quéjate.
Quéjate donde quieras, a esa persona en concreto, a tus conocidos, al organismo competente, quéjate aquí. No normalicemos conductas que no son normales, no nos conformemos. Y si te llaman aburrido no dudes en escribirnos. Seámoslo juntos.
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