por Sheila Guerrero, concejal en el Ayuntamiento de La Rinconada
Con motivo del pleno extraordinario y urgente de hoy, se ha aprobado unánimemente tanto una declaración institucional como la donación de una cantidad económica para la ayuda de las personas damnificadas por la DANA. Una catástrofe que, aún hoy, nos deja sin aliento ante lo dantesco de la situación.
Podríamos decir mucho acerca de la magnitud de esta catástrofe, de sus causas, sus cauces y su desarrollo, de lo que pudo hacerse y no se hizo, de lo que se hizo y no debió hacerse, pero hablar de ello no es lo que toca. Ya habrá tiempo, más que suficiente, puesto que si no hay justicia, no hay libertad.
Lo que toca hoy, —ayer, mañana— es olvidar los colores, las diferencias, los intereses de cada cual y comportarnos como el pueblo que, solidario como nadie, nos enseña y nos exige. Nos enseñan también nuestros vecinos, que se han volcado durante estos días y seguirán haciéndolo, llenando el almacén municipal, pero también las otras iniciativas voluntarias, espontáneas, nacidas del hondo sentir de los españoles hacia una parte de sí mismos.
Como representantes de las ciudadanas y ciudadanos, hemos de solidarizarnos con las personas que han perdido sus casas, negocios, enseres y, lo peor de todo, a seres queridos, amigos, familias.
Hemos de empatizar con la rabia condensada de ver cómo lo que era un elemento del paisaje trunca tu vida y te faltan manos para encontrar siquiera recuerdos entre el barro.
Hemos de reconocer la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los bomberos, de Protección Civil, tanto de Valencia como desplazados de todo el territorio, incluso desde el extranjero.
Sin duda, hemos de reconocer la enorme muestra de humanidad desinteresada, de miles y miles de voluntarios, de rostros anónimos a los que la tragedia no tocó, pero sienten que deben estar allí. Ellas y ellos son las manos de este país y sobre ellas y ellos ha recaído la responsabilidad de salvar lo poco que quedaba, de sostener no solo las palas sino también los corazones de los afectados.
Nos envían un mensaje claro: es el pueblo el que manda.
Para terminar, déjenme citar hoy a un desvergonzado tuitero: Vive, quiere, cuida tu barrio. En el apocalipsis será tu vecina la que te salve.
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