La exposición de motivos de nuestra moción es, lo habrán notado, bastante corta. También lo será la única intervención que hagamos en este asunto. Corta porque no puede darse mucho motivo para «detener el acoso escolar».

Esta moción, y las propuestas legislativas puestas sobre la mesa en otras instancias, nos invitan a hacernos una pregunta: ¿Ver, oír y callar?

Es pertinente la pregunta por cuanto la Consejera de Educación, al ser interpelada por el asunto, se limitó a decir que «si bien es un tema que nos preocupa y mucho, podemos concluir que la convivencia en general sigue siendo buena en la inmensa mayoría de los centros». A nuestro entender, esto viene a ser lo mismo que las famosas comunicaciones inglesas desde el frente de «la situación es desesperada, pero no grave».

Ante el teléfono escacharrado de la Junta, nos queda, evidentemente, el deber moral de dar respuesta desde fuera de la competencia, pero dentro de nuestro sentir progresista.

Sé que el concejal delegado del ramo me dirá que sí, que todos los puntos expuestos son ya tratados por los centros de nuestro municipio, pero como le dije, en el pleno pasado a cuenta de la Educación Pública, nuestro deber es empujar a que se haga más.

Más para que haya menos. Menos acoso y más libertad de ser y hacer en nuestras aulas, crisoles de construcción de las actitudes del futuro. Quienes niegan la realidad de los datos se benefician enormemente de los resultados: machismo, violencia, negacionismo, una visión coja y limitada del mundo y la división entre acosadores y acosados, entre verdugos y víctimas. Nos suena esto demasiado.

Como decía al comienzo, no voy a extenderme. Les repito la pregunta: ¿Ver, oír y callar?